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Junta de Extremadura. Consejería de Salud y Servicios Sociales.
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Duelen
Campaña de prevención de la violencia ejercida por adolescentes y jóvenes en sus familias y entre iguales
Decídete
La violencia no puede servir para que nuestras hijas e hijos consigan lo que quieran.
No dejes que sea algo habitual, que usen la violencia cada día.
Si no sabes qué hacer, infórmate y pide ayuda.
Violencia
Amenazar también es violencia. La violencia también daña la mente y la personalidad y puede originar problemas para toda la vida.
Violencia en la familia
Violencia filio parental es cuando los adolescentes y las jóvenes usan violencia contra sus madres, padres, o cuidadores.
El año pasado hubo en España 4.332 casos de hijos e hijas que usaron la violencia contra su madre o su padre. En Extremadura fueron 87 casos.
Violencia entre iguales
Es la que dirige un adolescente o joven contra otras u otro. Puede darse en los colegios, o institutos, o en las zonas de ocio que comparten. Algunas y algunos jóvenes suelen utilizar las nuevas tecnologías y las redes sociales para causar daño a sus víctimas.
Violencia física
Son los actos hechos con la intención de causar daño y dolor. Son los golpes, las patadas, el destrozo hecho para romper o estropear las cosas de las personas.
Violencia psicológica
Es hablar o actuar con amenazas y malos modos para asustar, manipular o dañar a una persona. Son insultos, amenazas, chantajes, habladurías.
Violencia sexual
Es forzar a otra persona a tener relaciones sin que ella quiera. Son las caricias a la fuerza. Es tocar a la otra persona sin que ella quiera. Es difundir imágenes sexuales sin permiso de la otra persona.
Señales de violencia en la familia
Es doloroso tener hijos o hijas que actúan con violencia, pero más doloroso es cuando esa violencia la vuelven contra nosotros mismos. Es lo que se llama violencia filio parental. Son cada vez más las jóvenes y los adolescentes que usan la violencia contra su madre o su padre.
Esta violencia no aparece de un día para otro, suele desarrollarse de manera gradual: comienza con insultos y descalificaciones, pasa a amenazas y ruptura de objetos, y finaliza con agresiones de índole cada vez más severa. Es un proceso que puede durar años. La violencia no se detiene; crece cada vez más y no cesa ni siquiera cuando el agresor consigue una sumisión absoluta, un pleno dominio y control por el terror.
Este tipo de violencia suele ser invisible, ya que muchos casos quedan dentro del hogar y no llegan a ser denunciados. Solo los casos de mayor gravedad se vuelven visibles, sobre todo cuando la situación es insostenible.
Las madres y padres suelen experimentar esta violencia con diferentes sentimientos, según su forma de ser y su situación.
Estos sentimientos son:
- Negación. No querer ver que la convivencia está siendo una amenaza constante. Pensar que las cosas pueden cambiar, creer que solo es cuestión de tiempo y de darles lo que piden. Es decir esto: “Es que está en una edad complicada…”
- Miedo. Vivir con miedo, sentir inseguridad en la propia vivienda. Las víctimas pueden llegar a experimentar ansiedad, a no querer regresar a casa tras el trabajo, a no querer salir de la habitación para evitar el encuentro con el hijo o la hija que usa la violencia.
- Vergüenza y humillación. Fracaso y vergüenza que sienten el padre o la madre al percibir que se cuestiona su forma de educar. Al creer que ese comportamiento abusivo o violento es fruto de haber educado mal al hijo o la hija.
- Tristeza. Es la sensación de que no reconoces a tu hijo, es la tristeza porque tu familia se ha roto. Es la pena porque tu hija o tu hijo se van de casa y no vuelves a verlos.
- Estrés. Aumenta nuestra ansiedad y nos sentimos nerviosos e inseguros porque todo son discusiones en casa. Porque no somos capaces de controlar lo que pasa y porque las reacciones a lo que sucede no son normales.
Cualquier familia puede sufrir la violencia de las hijas o hijos contra sus madres o padres. La puede sufrir una familia de cualquier región, de cualquier ciudad o pueblo, una familia rica y una pobre. Puede pasarle a una familia con estudios y también a otra que no los tenga.
Señales
- Nuestras hijas e hijos se pelean para ver quién manda en casa.
- Discuten, se enfadan y gritan muy a menudo.
- Rompen las normas de la convivencia.
- El adolescente o la joven están irritables. No controlan sus impulsos ni sus emociones.
- No siente empatía ni es capaz de ponerse en el lugar de la otra persona.
- No siente remordimientos ni arrepentimientos.
- El joven o la adolescente nos desafía, grita y amenaza todos los días.
- Escupe, golpea, tira cosas, rompe cosas.
- Amenaza con escaparse de casa o con hacerse daño.
- Hace chantaje emocional para conseguir ropa nueva, o para llegar más tarde a casa.
- Desaparecen el dinero u objetos de valor para la familia.
- Nos dan miedo sus reacciones y evitamos enfadarle.
Señales de violencia entre iguales
La violencia entre iguales es una realidad que ha existido siempre, pero en los últimos años parece haber una mayor conciencia social sobre las consecuencias que tienen quienes la sufren. También ha crecido la necesidad de comprender qué está ocurriendo con quien ejerce la violencia. Y, por supuesto, existe un gran interés en saber qué hacen, o no hacen, quienes presencian o participan en este tipo de violencia.
Los expertos definen la violencia entre iguales como la persecución física y, o psicológica que una alumna o alumno ejerce contra otra u otro, a quien elige como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios.
Este tipo de violencia también se manifiesta a través de las nuevas tecnologías, como el ciberbullying, pues hoy en día las personas adolescentes se relacionan mucho por los ordenadores y los teléfonos.
Es necesario tener una idea clara de este tipo de violencia:
- Los hechos más habituales son los insultos y las palabras ofensivas, la violencia física y el aislamiento de la víctima.
- Acosar al compañero o compañera, molestarla o pegarle en clase y en el recreo es muy frecuente. Acosar por las redes sociales también es muy habitual.
- Una parte importante de las víctimas no comunica su situación a los padres/o las madres.
Muchos estudios señalan algunas acciones como prioritarias para superar esta violencia:
- Es necesario detectarla desde sus primeras etapas, ya que, en sus inicios, pasa muchas veces inadvertida. Por esa razón, se perpetúa y multiplica en intensidad y frecuencia.
- La prevención es un elemento clave.
- Es necesario enseñar a las hijas e hijos a respetar a los demás. A sentir que todas las personas somos iguales en derechos. La familia es esencial para enseñarles que todas las personas vivimos juntas en sociedad. Y que debemos ayudarnos unas a otras.
La escalada de la violencia
Señales
- Hay alguien que manda, que domina. Los demás obedecen siempre, tienen miedo.
- Su conducta dura en el tiempo.
- Estas acciones son deliberadas, tienen el objetivo de dañar a la víctima.
Conoce nuestra guía para madres y padres
Guía para la prevención de la violencia ejercida por jóvenes en sus familias y entreiguales
Actúa
Si estamos ante las primeras conductas violentas, pero no son graves, podemos solicitar consejo y apoyo a los servicios sociales. Ellos nos podrán orientar y podrán derivarnos a recursos especializados: programas de familia, programas preventivos, salud mental, o programas especializados en violencia filio-parental.
Si la violencia no disminuye, si va a más, si tememos por nuestra integridad física y psicológica y si pone en riesgo a otros niños o niñas, hay que acudir a la policía, a las autoridades. Puede que el comienzo de la solución tenga que venir por la policía o el juez.
Pautas
Cómo educo a mis hijos e hijas
para que no usen la violencia
Educa con cariño, pero con disciplina a tus hijas e hijos. Mezcla la sonrisa y la caricia con la firmeza. Tus hijas e hijos aprenderán así a tratar con las demás personas. Sabrán respetar y ser respetados. Dar ejemplo es lo mejor para educar a las hijas e hijos. Debemos hacer las cosas como queremos que ellas y ellos las hagan. Poner cariño y buena intención en lo que hacemos mejora la relación familiar. Hablar mucho y buscar soluciones juntos también ayuda.
Crea un clima de confianza para que tus hijas e hijos adolescentes sientan que pueden hablarte de sus miedos, inseguridades o desacuerdos. Las personas adultas, a su vez, debemos hacerles sentir que son una prioridad en nuestra vida y que estamos disponibles para todo lo que les pueda preocupar.
Establece límites claros y razonablesen la convivencia y el comportamiento de tus hijas e hijos.
No cedas a sus enfados o conductas violentas porque aprenderán que así conseguirán siempre lo que desean.
Ajusta tu castigo a su conducta negativa a lo que haya podido suceder. No debes mantenerla por un tiempo indeterminado.
Valora el esfuerzo que hacen, resalta sus cualidades, que sientan que estamos orgullosos de ellos.
Enséñales a afrontar las consecuencias de sus actos y a asumir sus equivocaciones sin echar la culpa a los demás. Enséñales que pueden mejorar la próxima vez.
Muestra interés por su mundo, por las cosas que le gustan… Escucha a tus hijas e hijos con interés y pasa más tiempo con ellos.
Dales ejemplos de empatía y respeto, que aprendan por nuestras actitudes cómo respetar a los demás y ponerse en el lugar del otro.
Demuéstrales que los quieres con abrazos, besos, o gestos cariñosos y cómplices. Eso les hará sentirse mejor con ellos o ellas mismas, más cercanas a nosotros.
Es muy importante saber que
¡No solo te ocurre a ti!
Cualquier familia puede sufrir la violencia de las hijas o hijos contra sus madres o padres. La puede sufrir una familia de cualquier región, de cualquier ciudad o pueblo, una familia rica y una pobre. Puede pasarle a una familia con estudios y también a otra que no los tenga.
Podemos ayudarte.
Cuéntanos qué le ocurre a tu familia
Campaña de prevención de la violencia ejercida por jóvenes y adolescentes en sus familias y entre iguales
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