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Duelen

Campaña de prevención de la violencia ejercida por adolescentes y jóvenes en sus familias y entre iguales

Decídete

La violencia no puede servir para que nuestras hijas e hijos consigan lo que quieran.

No dejes que sea algo habitual, que usen la violencia cada día.

Si no sabes qué hacer, infórmate y pide ayuda.

Violencia

Es el uso deliberado de la fuerza física o del poder, ya sea en grado de amenza o efectivo, contra uno mismo u otra persona que causa lesiones, muerte, daños psicológicos, transtornos del desarollo o privaciones. También puede ser contra un grupo o comunidad.

Violencia en la familia

Es la conducta de jovenes que ejercen violencia física, psicológica, o económica dirigida a sus progenitores o cuidadores.

En 2022 hubo en España 4.332 casos de violencia filioparental. En Extremadura fueron 87 casos.

Violencia entre iguales

Es la que dirige un adolescente o joven contra otras u otro. Puede darse en los colegios, o institutos, o en las zonas de ocio que comparten. Algunas y algunos jóvenes suelen utilizar  las nuevas tecnologías y las redes sociales para causar daño a sus víctimas. 
Esto se conoce como ciber acoso.

Violencia física

Son las acciones realizadas de forma intencionada que provocan daños físicos. Por ejemplo, golpes, patadas o daños a las pertenencias. 

Violencia psicológica

Es el uso regular o deliberado de palabras o acciones no físicas para debilitar, herir, manipular, o asustar a una persona. Son los insultos las amenazas, el chantaje, o los bulos.

Violencia sexual

Es toda conducta sexual realizada sin el consentimiento valido de la otra persona y que atenta contra su libertad sexual. Son ejemplos los tocamientos no consentidos, las agresiones sexuales, o la difusión de contenidos de caracter sexual.

Rompe el silencio

Habla de lo que está pasando con alguien. Contacta con profesionales. Así avanzarás hacia el cambio.

Cuando rompes el secreto de la violencia, puedes sentirte comprendido y conseguir que empiecen a orientarte.

Los profesionales te darán más confianza en tu labor de madre o padre, podrán valorar qué origina la conducta de tu hija o hijo e intervenir. Y te enseñarán habilidades y técnicas para hacer frente a su violencia.

La violencia en la familia

Es doloroso tener hijos o hijas que actúan con violencia, pero más doloroso es cuando esa violencia la vuelven contra nosotros mismos. Es lo que se llama violencia filio parental. Son cada vez más las jóvenes y los adolescentes que usan la violencia contra su madre o su padre.  

Esta violencia no aparece de un día para otro, suele desarrollarse de manera gradual: comienza con insultos y descalificaciones, pasa a amenazas y ruptura de objetos, y finaliza con agresiones de índole cada vez más severa. Es un proceso que puede durar años. La violencia no se detiene; crece cada vez más y no cesa ni siquiera cuando el agresor consigue una sumisión absoluta, un pleno dominio y control.  

Este tipo de violencia suele ser invisible, ya que muchos casos quedan dentro del hogar y no llegan a ser denunciados. Solo los casos de mayor gravedad se vuelven visibles, sobre todo cuando la situación es insostenible.  

Las madres y padres suelen experimentar esta violencia con diferentes sentimientos, según su forma de ser y su situación. 

 

Estos sentimientos son:

  • Negación. No querer ver que la convivencia está siendo una amenaza constante. Pensar que las cosas pueden cambiar, creer que solo es cuestión de tiempo y de darles lo que piden. Es decir esto: “Es que está en una edad complicada…”
  • Miedo. Vivir con miedo, sentir inseguridad en la propia vivienda. Las víctimas pueden llegar a experimentar ansiedad, a no querer regresar a casa tras el trabajo, a no querer salir de la habitación para evitar el encuentro con el hijo o la hija que usa la violencia.
  • Vergüenza y humillación. Fracaso y vergüenza que sienten el padre o la madre al percibir que se cuestiona su forma de educar. Al creer que ese comportamiento abusivo o violento es fruto de haber educado mal al hijo o la hija.
  • Tristeza. Es la sensación de que no reconoces a tu hijo, es la tristeza porque tu familia se ha roto. Es la pena porque tu hija o tu hijo se van de casa y no vuelves a verlos. 
  • Estrés. Aumenta nuestra ansiedad y nos sentimos nerviosos e inseguros porque todo son discusiones en casa. Porque no somos capaces de controlar lo que pasa y porque las reacciones a lo que sucede no son normales. 

 

Cualquier familia puede sufrir la violencia de las hijas o hijos contra sus madres o padres.  La puede sufrir una familia de cualquier región, de cualquier ciudad o pueblo, una familia rica y una pobre. Puede pasarle a una familia con estudios y también a otra que no los tenga.

Señales de alerta

  • Nuestras hijas e hijos se pelean para ver quién manda en casa.
  • Discuten, se enfadan y gritan muy a menudo.
  • Rompen las normas de la convivencia.
  • El adolescente o la joven están irritables. No controlan sus impulsos ni sus emociones.
  • No siente empatía ni es capaz de ponerse en el lugar de la otra persona. 
  • No siente remordimientos ni arrepentimientos.
  • El joven o la adolescente nos desafía, grita y amenaza todos los días. 
  • Escupe, golpea, tira cosas, rompe cosas.
  • Amenaza con escaparse de casa o con hacerse daño.
  • Hace chantaje emocional para conseguir ropa nueva, o para llegar más tarde a casa.
  • Desaparecen el dinero u objetos de valor para la familia.
  • Nos dan miedo sus reacciones y evitamos enfadarle. 

La violencia entre iguales

La violencia entre iguales es una realidad que ha existido siempre, pero en los últimos años parece haber una mayor conciencia social sobre las consecuencias que tienen quienes la sufren. También ha crecido la necesidad de comprender qué está ocurriendo con quien ejerce la violencia. Y, por supuesto, existe un gran interés en saber qué hacen, o no hacen, quienes presencian o participan en este tipo de violencia. 

Los expertos definen la violencia entre iguales como la persecución física y, o psicológica que una alumna o alumno ejerce contra otra u otro, a quien elige como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios. 

Este tipo de violencia también se manifiesta a través de las nuevas tecnologías. Es lo que se conoce como el ciber acoso, que hoy en día algunas personas adolescentes realizan por medio de los ordenadores y los teléfonos.

Es necesario tener una idea clara de este tipo de violencia:

  • Los hechos más habituales son los insultos y las palabras ofensivas, la violencia física y el aislamiento de la víctima.
  • Acosar al compañero o compañera, molestarla o pegarle en clase y en el recreo es muy frecuente. Acosar por las redes sociales también es muy habitual.
  • Una parte importante de las víctimas no comunica su situación a los padres/o las madres.

Muchos estudios señalan algunas acciones como prioritarias para superar esta violencia:

  • Es necesario detectarla desde sus primeras etapas, ya que, en sus inicios, pasa muchas veces inadvertida. Por esa razón, se perpetúa y multiplica en intensidad y frecuencia.
  • La prevención es un elemento clave.
  • Es necesario enseñar a las hijas e hijos a respetar a los demás. A sentir que todas las personas somos iguales en derechos. La familia es esencial para enseñarles que todas las personas vivimos juntas en sociedad. Y que debemos ayudarnos unas a otras.

 

La escalada de la violencia

Señales de alerta

  • Hay un desequilibrio de poder o fuerza, una relación asimétrica entre agresor y víctima.
  • Esta conducta es recurrente y persistente.
  • Son acciones deliberadas con el objetivo de dañar a la víctima.

Conoce nuestra guía para madres y padres

Guía para la prevención de la violencia ejercida por jóvenes en sus familias y entreiguales

Actúa

Si estamos ante las primeras conductas violentas, podemos solicitar consejo y apoyo a los servicios sociales. Ellos nos podrán orientar y podrán derivarnos a recursos especializados: programas de familia, programas preventivos, salud mental, o programas especializados en violencia filio-parental.

 

 

Si la violencia no disminuye, si va a más, si tememos por nuestra integridad física y psicológica y si pone en riesgo a otros niños o niñas, hay que acudir a la policía, a las autoridades. Puede que el comienzo de la solución tenga que venir por la policía o el juez.

 

Pautas

Cómo educo a mis hijos e hijas

para que no usen la violencia

Educa con normas y límites, combinándolos con el afecto. La família puede enseñar habiliadades sociales y de vida a sus hijas e hijos de una manera respetuosa. No se trata sólo de hablar de permisos y prohibiciones, sino tambien de la busqueda de soluciones y consenso.

Crea un clima de confianza para que tus hijas e hijos adolescentes sientan que pueden hablarte de sus miedos, inseguridades o desacuerdos. Las personas adultas, a su vez, debemos hacerles sentir que son una prioridad en nuestra vida y que estamos disponibles para todo lo que les pueda preocupar.

Establece límites claros y razonables en la convivencia y el comportamiento de tus hijas e hijos.

No cedas a sus enfados o conductas violentas porque aprenderán que así conseguirán siempre lo que desean. 

 

Ajusta la medida impuesta a su conducta negativa a lo que haya podido suceder. No debes mantenerla por un tiempo indeterminado. 

Valora el esfuerzo que hacen, resalta sus cualidades, que sientan que estamos orgullosos de ellos.

Enséñales a afrontar las consecuencias de sus actos y a asumir sus equivocaciones sin echar la culpa a los demás. Enséñales que pueden mejorar la próxima vez.

Muestra interés por su mundo, por las cosas que le gustan… Escucha a tus hijas e hijos con interés y pasa más tiempo con ellos.

Dales ejemplos de empatía y respeto, que aprendan por nuestras actitudes cómo respetar a los demás y ponerse en el lugar del otro.

Demuéstrales que los quieres con muestras de afecto como abrazos, besos, o gestos cariñosos y cómplices. Eso les hará sentirse mejor con ellos o ellas mismas, más cercanas a nosotros.

Es muy importante saber que

¡No solo te ocurre a ti!

Cualquier familia puede sufrir la violencia de las hijas o hijos contra sus madres o padres. La puede sufrir una familia de cualquier región, de cualquier ciudad o pueblo, una familia rica y una pobre. Puede pasarle a una familia con estudios y también a otra que no los tenga.

 

No debemos quedarnos esperando a que sus conductas violentas desaparezcan por arte de magia, o resignarnos a que sea algo cotidiano. Puede que nuestra hija o hijo lo haga porque está sufriendo situaciones en las que necesita nuestra ayuda, o que sea su forma de conseguir lo que quiere. En cualquier caso, hay que actuar. 

Violencia ejercida por jóvenes

Violencia filio parental

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